La cazalla es un aguardiente seco de anís con siglos de historia. En València se ha convertido en cultura popular. Faro de Cullera la reinventa con sabor, carácter i molt d’orgull.
La cazalla es un aguardiente seco de anís con siglos de historia. En València se ha convertido en cultura popular. Faro de Cullera la reinventa con sabor, carácter i molt d’orgull.
La cazalla (o cassalla, como decimos por aquí) es un aguardiente seco de anís, transparente y con carácter. Se elabora mediante la destilación de granos de anís en una base alcohólica neutra, dando lugar a una bebida intensa, sin azúcar y con una graduación que suele rondar los 45 grados. Su sabor es limpio, seco, con ese golpe aromático inconfundible que no necesita presentación.
Pero más allá de su receta, la cazalla es una institución. Una bebida con siglos de historia que ha viajado por toda la península… y que en València ha echado raíces más profundas que un naranjo.
El nombre viene del pueblo de Cazalla de la Sierra, en Sevilla, donde se popularizó su elaboración entre los siglos XV y XVI. Allí se empezó a destilar anís con técnicas tradicionales, y con el tiempo, esta bebida fue extendiéndose por otras regiones de España. Pero no fue hasta llegar a la terreta cuando encontró su sitio definitivo.
Aquí no tardó en convertirse en algo más que un licor: pasó a ser parte de la cultura popular, del almuerzo, de la sobremesa, de la fiesta... y de la vida.
En la Comunitat Valenciana, la cazalla es sinónimo de ritual. No importa si es entre semana o en plenas Fallas, si estás de esmorzar con los colegas o brindando en un casamiento: si hay cassalla, hay momento memorable.
Las formas de tomarla son muchas:
A seques, como manda la tradición.
En palometa: con agua muy fría, para rebajarla sin perderle el respeto.
En barrejat: mezclada con moscatel dulce, típico de comarcas como la Ribera.
O con granizado de limón, lo que aquí llamamos un canari.
Cada versión tiene su ocasión, su estilo y su gente. Pero todas comparten lo mismo: carácter, sencillez y un sabor que solo se entiende si eres de aquí… o si te has dejado llevar.
En Faro de Cullera hemos querido recoger todo ese legado, darle forma y vestirlo con la esencia de nuestra tierra.
Faro de Cullera Original: nuestro clásico. Una cazalla potente, seca y con identidad, embotellada en rojo para rendir homenaje a Cullera y a los almuerzos que acaban con risas y carajillos.
Faro de Cullera Oro: una edición limitada para quienes quieren dar un paso más. 66 grados, motas de oro, botella cromada y un packaging que es pura elegancia. Para brindar sin complejos, però amb classe.
Sea cual sea tu estilo, hay una cazalla Faro que va contigo. Porque esta bebida no es solo pasado: es presente, es cultura y es futuro.