De la barra del bar a las fiestas del poble: la ruta secreta de la cassalla

En la Comunitat Valenciana, cada poble tiene su historia, su fiesta… y su botella de cassalla detrás de la barra.
Es la bebida que viaja de feria en feria, de casal en casal, de bar en bar, encendiendo risas y apagando penas con su fuego dulce y anisado.

La bebida que recorre la terreta

No hay rincón valenciano sin una botella roja esperando su momento. Desde el norte de Castelló hasta el sur d’Alacant, la cassalla es el hilo invisible que une a los pueblos y sus fiestas populares.

Allà on hi ha festa, hi ha cassalla.

Cassalla y fiesta, una historia inseparable

En las Fallas, acompaña las despertàs; en San Juan, calienta la noche; y en las fiestas patronales, se convierte en símbolo de germanor.
Una bebida tan versátil como el propio carácter valenciano: alegre, intensa y orgullosa de sus raíces.

De las Fallas a los Moros y Cristianos

Cada evento tiene su momento Faro. En marzo, el sonido de los petardos se mezcla con el brindis fallero. En verano, las comparsas y peñas reparten chupitos antes del pasacalle.
La cassalla es parte del paisaje festivo de la terreta, un pequeño ritual que acompaña al fuego, la pólvora y la música.

El espíritu del bar de toda la vida

Todo empieza y acaba en el bar. Ese donde el camarero ya sabe qué vas a pedir, donde los brindis se repiten y las risas suenan igual que hace treinta años.
Faro de Cullera nació de esos bares, de esa autenticidad que no se pierde aunque cambie la época.

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Cada chupito es un homenaje a nuestra cultura, una forma de decir “ací estem, junts i contents”.
Porque la cassalla no es solo una bebida, es una parte de la identidad valenciana que sigue viva en cada fiesta y cada brindis.

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