Cassalla y Paella: dos iconos de la terreta

Hay cosas que solo un valencià entiende: el olor a la leña un domingo, el arroz reposando al sol y una cassalleta que abre el apetito. La paella y la cassalla son más que gastronomía; son dos iconos que explican la esencia de la terreta.

Ambas comparten alma: tradición, fuego y paciencia. Una reúne sabores, la otra personas. Juntas crean el momento perfecto: familia, amigos y un brindis antes de que suene el primer cucharón.

El ritual es casi sagrado. Se empieza con un esmorzaret ligero, se enciende la paella y se descorcha la botella de cassalla. Porque, como bien dice el refrán, “si no hi ha cassalla, no hi ha festa”. Su toque anisado prepara el cuerpo para el arroz y abre el apetito con sabor mediterráneo. No hay domingo sin paella ni cassalla.

En cada pueblo hay historias que nacen junto a una paella y un vaset de cassalla. Los mayores cuentan anécdotas, los jóvenes graban vídeos para las redes y todos comparten el mismo espíritu: el de celebrar la vida amb alegria. Antes del arroz, un chupito para abrir el apetito. Durante, una copa para los más valents. Y después, el brindis final que cierra la comida entre risas y abrazos. La cassalla siempre está ahí, desde el primer fuego hasta el último grano.

Si hay una botella que entiende de tradición, esa es la Cassalla Faro de Cullera Original. Roja, intensa y con historia, es el acompañante perfecto para una paella de diumenge en bona companyia.

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