Cómo disfrutar la cassalla como un auténtic valencià

Beber cassalla no es solo tomar un licor, es una forma de vivir a la valenciana. Quien ha probado un chupito de anís seco frente al mar o antes de un buen esmorzaret sabe que hay algo mágico en ese instante.

La cassalla es intensa, honesta y alegre, como la gente de la terreta. Pero para disfrutarla de verdad, hay que saber cuándo, cómo y con quién.

Cassalla, mucho más que una bebida

En la Comunitat, la cassalla no se bebe: se comparte. Es la bienvenida al almuerzo, el cierre de una paella o el brindis de una fiesta patronal. Siempre hay un motivo —o ninguno— para sacar la botella roja y decir “va, una i prou!”.

Cuándo y cómo se disfruta “com toca”

La hora perfecta para una cassalla es la del sol medio alto, entre el café y la comida, justo antes del almuerzo. Aunque cualquier momento de germanor vale. Y lo más importante: sin prisas, con buena compañía y algo que picar.

Servirla bien es todo un arte

El secreto está en la temperatura. La cassalla se disfruta bien fría, directa del congelador o de la nevera, en un vasito pequeño o chupito. Sin hielo, sin mezclas, sin complicaciones. Un trago seco, limpio, y una sonrisa después.

Dicen que si la cassalla te quema la garganta, es que la vida va per bon camí.

Maridajes que huelen a almuerzo

La cassalla marida de lujo con los sabores salados del esmorzaret: embutido, queso curado, olivas o pan con aceite. El contraste entre el anís seco y el sabor mediterráneo del almuerzo es pura armonía valenciana.

Brinda como un valencià de veritat

No hace falta buscar excusas para disfrutarla. Solo rodearte de amics, llenar el vaset y dejar que el sabor te lleve a Cullera por un momento.

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